Por Juan Lamarche
La mirada anterior y ésta tienen como títulos nombres de mujer, no me parece casual y sí significativo. Hace pocos días se realizó en el foyer del teatro Auditorium un homenaje reparación a la actriz y gestora cultural Lucía Martín. Traté a Lucía en los ’80, era entonces una talentosa actriz que ocupaba roles en los elencos dirigidos por Antonio Mónaco. Más adelante desempeñará funciones como gestora cultural en la Municipalidad, fue desarrollando funciones y ascendiendo, como ella suele decir, “por prepotencia de trabajo”, tomando la frase de Roberto Arlt. Este gobierno la castiga injustamente dándola de baja en su cargo sin ninguna explicación. Lucía es militante radical y denunció en su momento la alianza con el PRO, un verdadero mamarracho en el orden de los principios sólo con el objetivo de mantener poderes a cualquier precio, como ex militante del radicalismo comparto esa posición. Ese parece ser el motivo del castigo a Lucía Martín. El acto fue muy emotivo y tuvo una gran concurrencia solidaria con ella.
Desde hace 21 años trabaja en la Secretaría de Cultura, creó allí el programa Liberarte destinado a los internos de las unidades penitenciarias, las usinas artísticas en los barrios, en diciembre del 2015 llegó a tener 253 talleres artísticos en 150 instituciones de 65 barrios, 4 ciclos, 3 proyectos y espectáculos de producción propia, la mayoría de estos emprendimientos está paralizados con falta de pago y detención de proyectos.
El arte es un saber abierto e inventivo, audacia y riesgo, a veces elitista y vanguardista, también un poderoso factor de inclusión social, sobre todo en el caso de los más humildes y necesitados, es liberación, expresión, vuelo creativo, solidaridad, pensamiento, emoción, apertura. También es una forma de militancia. Lucía Martín conjuga todas estas dimensiones, no merece estas medidas de limitación absurda por una crítica política bien pensada. Su hermano Carlos, recientemente fallecido fue otro ejemplo de militancia lúcida, honesta y consecuente.
Este gobierno municipal detenta una vergonzosa política cultural y educativa, funcionarios con sueldos altísimos que se encierran sin dar la palabra a nadie y sin capacidad de gestión. Esperemos que este homenaje abra instancias de reparación sin otro interés que el bien de la comunidad.